Vivimos en un país profundamente marcado por las tradiciones. Algunas de ellas no estoy de acuerdo y me mostaré siempre defensora de que se deje de aplicarlas, pero reconozco que hay otras que me resultan realmente curiosas y que me encanta disfrutar con ellas y siento que mantenemos un poco más esa cultura común.
Estamos a las puertas de Semana Santa y comienzan las procesiones, una tradición que me sobrecoge siempre. Me gusta el sonido de las marchas, ver esas esculturas y lo mucho que puede llegar al corazón de la gente esa tradición. Puede que a veces parezca fanático, pero supongo que no me parece tan mal como otros tipos de fanatismo. Además, en algunas provincias andaluzas, la Semana Santa es algo que provoca un orgullo exacerbado sobre la ciudadanía, aunque muchos no sean creyentes.
Lo que desde luego no cabe duda es que forma parte de nuestra culutra profunda y que es algo que no deberiamos perder, porque da a la Semana Santa un tinte distinto al resto del mundo.
Pau, reflexionando sobre la cultura
jueves, 13 de marzo de 2008
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3 comentarios:
Pues, querida, yo la detesto. Y en las ciudades andaluzas, aún más. Ma dan la excusa perfecta para no asomarme a la calle, o para echarme al monte, o irme a tierras más civilizadas donde la espiritualidad va poco a poco sustituyendo a las religiones.
El que no te parezca "tan mal como otros tipos de fanatismo" es, sencillamente, porque te has criado en éste. Si fueras mulá en Oriente Medio, considerarías nuestras costumbres bárbaras y fundamentalistas.
Pd. Curiosamente, hace poco echaron en TeleEspe 'El Reino de los Cielos', en el que no dejan precisamente muy bien parados a los cristianos.
Repito:
La opinión es como el ojo del culo: todos tenemos una y creemos que la de los demás apesta.
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